Última revisión 10 de diciembre de 2025.
Un grupo de jugadores representa el territorio a través del cual un juego de rol, como mapa, aprende sobre sí mismo dentro de un marco compartido. Mediante su narración colaborativa, el juego descubre los límites de su propio diseño y encuentra nuevas formas, nuevos significados y nuevos mundos, revelando dónde el mapa funciona y dónde necesita expandirse. Como los juegos de rol están construidos a partir de historias y los jugadores llevan dentro de sí narrativas, experiencias e interpretaciones que introducen en el marco, la narración co-creada se convierte en el medio por el cual el juego toma conciencia de sus propias posibilidades. Cuando las personas juegan, el juego aprende: cada elección, interpretación y conversación expone lo que sus reglas y ficciones pueden producir en la práctica. Las memorias conscientes e inconscientes generadas durante el juego dan lugar a la propiedad emergente que llamamos narrativa emergente. En este sentido, la interacción entre mapa, territorio y marco constituye el proceso mediante el cual el juego se observa a sí mismo.
«El juego sueña a través de sus jugadores, y las historias que dejan atrás son los rastros de su propia comprensión.”– Cristo León, 2025
